Un «smartphone» puede llegar a estar compuesto por 70 elementos químicos, como oro (Au), bromo (Br), carbono (C), el terbio (Tb) o el disrosio (Dy)
(abc CIENCIA)
El 2019 ha sido declarado el Año Internacional de la Tabla Periódica, debido a que se cumplen ciento cincuenta años de la tabla que creó Dmitri Mendeléyev en 1869.
Los «stmartphones», los teléfonos móviles conectados a internet, al igual que los satélites, las tabletas o los ordenadores portátiles, necesitan de la química para poder funcionar; sus circuitos electrónicos están cargados de elementos químicos, muchos más de los que podríamos imaginarnos.
Vayamos en primer lugar con la carcasa. Si es de metal suele estar fabricada a partir de aleaciones de magnesio (Mg), mientras que si es de plástico es esencialmente carbono (C) procesado.
Además, las carcasas tienen níquel (Ni), un elemento que reduce la interferencia electromagnética, y bromo (Br), un retardante del fuego.
Cuando nos metemos en las tripas, por una parte tenemos metales de transición, que son componentes básicos de la electrónica debido a que son buenos conductores de la electricidad y el calor.
Cuando activamos la vibración de un smartophe debemos pensar en el wolframio (W), un elemento que se encuentra en bajas cantidades pero que tiene una función primordial para no alterar nuestras reuniones de trabajo.
Este elemento junto con el oro (Au), debido a su elevada conductividad y resistencia a la oxidación, también se encuentra en el interior de los chips. Las conexiones eléctricas de los teléfonos inteligentes se realizan a base de cobre (Cu), tantalio (Ta), oro (Au) y plata (Ag).
Aunque el tantalio (Ta) cada vez se usa menos –lo emplean fundamentalmente las marcas más económicas– es uno de los elementos utilizados para fabricar los microcondensadores eléctricos.
En su elaboración también participan el niobio (Nb), el manganeso (Mn), el tantalio (Ta) y el hierro (Fe). Mientras que el estaño (Sn) es un elemento químico usado para soldar los puntos de conexión de los circuitos impresos.
En cuanto a los imanes de los micrófonos, para su manufactura se emplean elementos con nombres tan exóticos como son el praseodimio (Pr) y el neodimio (Nd).
En contra de lo que pudiera pensarse a priori los «no metales» también se emplean para fabricar tecnología, de todos ellos destacan el silicio (Si) y el flúor (F), dos semiconductores.
En las pantallas táctiles, por ejemplo, se utiliza una mezcla de óxido de aluminio y de dióxido de silicio, que se colocan en sales fundidas a elevadas temperaturas para que los iones de sodio dejen su lugar a los de potasio.
Para permitir la funcionalidad táctil de las pantallas hay una delgadísima capa de indio (In) y de estaño (Sn), generalmente óxido de estaño. Se estima que en un «smartphone» hay 0,02 g de indio, una cifra que nos puede parecer risible, pero debido a la elevada demanda de las pantallas táctiles en el mercado y a la falta de reciclaje es posible que, si no ponemos remedio, agotemos sus reservas mundiales en pocas décadas.
Para conseguir los colores de las pantallas se emplea el terbio (Tb), el disrosio (Dy) y el europio (Eu). Elementos que forman parte de las tierras raras, un grupo con un enorme valor en las aplicaciones tecnológicas.
Hemos dejado para el final la batería, que suelen realizarse con litio (Li), habitualmente óxido de cobalto de litio, aunque a veces se emplean otros metales de transición en lugar del cobalto (Cu).
Entonces, ¿cuántos elementos forman la tabla periódica de la tecnología? Se estima que de los ochenta y tres elementos no radiactivos de la tabla periódica, se emplean unos setenta en la fabricación de un teléfono inteligente. Si Dmitri Mendéleyev levantara la cabeza…
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