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Una actividad que suelo hacer para motivar a mis alumnos a la lectura es la de crear en clase una biblioteca de aula. Para ello les he pedido que trajeran libros de su casa que serán devueltos al final de curso. Para comprometernos a su buen uso, toda la clase ha firmado un contrato de biblioteca.

Siempre he pensado que la mejor manera de motivar a los niños a leer es poner a su alcance la máxima variedad de libros posibles, y que puedan leer aquello que les motive. Ya se sabe que la motivación es el mayor motor que tenemos en la vida, así que no podemos obviar ese aspecto. Muchos padres me preguntan: «¿Y qué me recomiendas para que lea mi hijo?». Y yo siempre les contesto: «Lo que ellos quieran, pero que lean». Naturalmente, el libro debe ser adecuado a su nivel lector, porque si no, apaga y vámonos.

Con los libros que los alumnos han traído a clase vamos a poner en marcha un servicio de préstamo por lo que los alumnos van a poder llevarse a casa los libros que deseen para poder leerlos tranquilamente y adquirir ese preciado hábito de lectura diario. Para ello tuvimos que nombrar a una bibliotecaria y que iba a ser la encargada de ir apuntado en la hoja de registro el nombre del alumno, el título del libro y la fecha de entrega y de devolución.

Para motivarlos aún más, tenemos un lectómetro de forma que ellos mismos compitan en leer el mayor número de libros para conseguir el primer puesto y así conseguir un regalito a final de curso.

Espero que esta iniciativa los anime a leer un ratito en casa cada día. Y ante todo, ¡que disfruten mucho! Creo que unos motivarán a otros, y que cuando alguien lea un libro y diga que le ha gustado, muchos otros desearán leerlo.